Viviendo en el Espíritu.


 


Porque el ocuparse de la carne es muerte, pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz (Romanos 8:6).


Como hijos de Dios no caminamos conforme a corrientes ideológicas o los deseos que abundan en la sociedad, caminamos conforme a la palabra de Dios. Una vez hechos hijos de Dios somos llamados a ocuparnos de las cosas que agradan a Dios y no a la carne. 

Es importante reconocer los hábitos que se consideran dañinos y matan no solo el cuerpo sino también el espíritu, por lo que es bueno procurar vivir sujetos a lo que el Espíritu Santo nos llama hacer. La carne y el espíritu son como dos mascotas, a medida que le alimentes crece y se hace fuerte, por esto si queremos debilitar los deseos de la carne es necesario fortalecer el espíritu y éste dominará al débil. 

Hay maneras de fortalecernos espiritualmente, a través de la palabra podemos enumerar algunas: el ayuno, cilicio, oración, lectura bíblica, congregarse, entre otros. Por lo que vivir ocupados en lo que nos acerca a Dios nos fortalecer espiritualmente. El mayor reto es que la carne se encarga de distraernos y no dejar que espiritualmente crezcamos, por lo que es necesario identificar las áreas en las que ésta nos ataca. Por más atacados que seamos o tentados nos sintamos no somos esclavos al pecado, Dios nos fortalece para hacerle frente.

No somos llamados a vivir esclavos a los designios de este mundo, más bien a ser renovados en Dios y vivir conforme a su palabra plenamente en crecimiento espiritual. 

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