Con el pecado no se conversa!




G
énesis 2:25, 3:1-10.
Y estaban ambos desnudos, Adán y su mujer, y no se avergonzaban. 7 Entonces fueron abiertos los ojos de ambos, y conocieron que estaban desnudos; entonces cosieron hojas de higuera, y se hicieron delantales.

Cuando el hombre recibe su ayuda idónea y es consciente de su bendición, inicia entonces su papel como mayordomo de su casa y el Edén. La palabra relata que ambos estaban desnudos y no se avergonzaban. Más adelante relata como la serpiente que es satanás, se le acerca, le tienta y le insta a desobedecer el mandato de Dios de comer del árbol que está en medio del huerto. Una vez que tanto Eva como Adán comen, sus ojos son abiertos, miran su desnudez y se esconden. El mandato dado de cuidar el huerto es interrumpido por una conversación con satanás, que lleva a la mujer y el hombre a fallar a Dios. Cuidemos a que estamos prestamos atención no sea que por errar lo que se suponía una bendición se convierta en una tormenta en tu vida. El diablo siempre busca cómo apartar los Hijos de Dios de su palabra y llevarlos al lugar de derrota, por tanto hay que estar atentos y cuando el pecado o la tentación toquen tu puerta, cerrar inmediatamente, muchos caen no porque quieran pecar contra Dios sino por durar mucho conversando con el diablo.

Una vez que ambos desobedecen, sus ojos se abren y empieza el primer signo de vergüenza: Esconderse. 
El pecado nos provoca querer escondernos, tapar nuestras faltas y miedo a reconocer. Este provoca que cuando escuchamos a Dios en vez de irnos a su presencia y decir: Heme aquí Padre, más bien nos escondamos de su presencia. 

Adán y Eva estaban desnudos y no se avergonzaban, mientras vivían en relación con Dios, el día que cedieron a las palabras de satanás, sintieron vergüenza y se escondieron de Dios. La vergüenza los llevó a buscar mecanismos de defensas humanas y al segundo signo de vergüenza: Culpar a otros. Este pecado los separó de Dios y les trajo graves consecuencias, la desobediencia cerró su acceso al Edén. 

El pecado dio poder a satanás, pero Dios nos ha dado autoridad para pisotear todo plan demoníaco que se levante en contra. Más entendemos que el fin de esto no es gozarnos en cuantas veces vencemos al enemigo, es más bien someter nuestra voluntad a Dios y alcanzar su salvación, mientras estemos sumergidos en la presencia de Dios el diablo huirá de nosotros. 

El enemigo siempre está dispuesto a recordar la caída y acusarnos, pero Dios en su misericordia limpia nuestro pasado y nos viste de gloria. 

Cuidemos de estar tan bien escondidos en la presencia de Dios que el diablo no pueda desviarnos de los propósitos que han sido marcados. Recuerda que un pasado no define tu futuro. 
Dios nos ha abierto las puertas para que tengamos vida, una vida de consagración es nuestro pase al Edén que una vez perdimos. Si te has caído, hoy Dios te dice que por medio del arrepentimiento, te devuelve todo lo que un dia fue quitado, te restaura y borra tu pasado. 

Permite que Dios escriba una nueva historia en tu vida. 

Comentarios

Entradas más populares de este blog

Dios proveerá!

Él corona tu viaje de éxito.

¿De qué me sirven los derechos de primogénito?