Acabó toda la obra y reposó...

 



Génesis 2:2-3
Al llegar el séptimo día, Dios descansó porque había terminado toda la obra que había emprendido. Dios bendijo el séptimo día y lo santificó porque en ese día descansó de toda su obra creadora.

Por su palabra fueron hechos los cielos y la tierra, el mar y los cielos obedecieron cada palabra suya en el momento de la creación y cuando terminó la obra, entonces reposó y santificó el día que su obra fue completada. 

En la antigüedad Dios había hablado a su pueblo de una tierra prometida, explicando cada detalle de la obra que haría. Cada hombre y mujer que obedeció a su palabra vio la mano de Dios obrar en su vida y cumplir cada promesa dada. Más el pueblo de Israel por su desobediencia vagó 40 años en el desierto y no pudo ver la tierra prometida, solo la generación que creyó y obedeció la alcanzó. 

Hoy en día, muchos escuchamos la palabra de Dios, escuchamos sus planes, pero decidimos apartarnos y huir de su voluntad, no pudiendo ver la obra completa en nuestra vida. 

En ocasiones nos vemos en un desierto que parece no tener fin, y deberíamos preguntarnos si estamos ahí porque Dios nos llevó al desierto antes de entrar a la tierra prometida o porque no hemos actuado según sus planes, estamos huyendo o desobedeciendo. 

Es necesario que la obra de Dios descrita en nuestra vida sea completada para entrar en el reposo de Dios. 

La desobediencia nunca nos permitirá ver las promesas cumplidas y deleitarnos en ellas como Dios admiro su creación cuando la hizo. 

Si oyes la voz de Dios no endurezcas el corazón y terminada la obra en ti entra en el reposo de tu Señor y goza todas las bendiciones que tiene para ti.

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